domingo, 22 de marzo de 2009

Bemoles
Es que esa mirada de perro triste me lastima
aún cuando los años me han enseñado que en casa ajena,
mejor no meterse sin invitación.

Pero soy curiosa, y me mata la idea de saberlo todo
de hurgar en los rincones de un corazón triste, solitario
con esa carga de bici desmontada, que va sin rumbo.

Y parece que nada fue antes de serlo
porque tanta cotidianeidad es capaz de borrarlo todo
porque he de saberlo rotúndo: No fue!

Y ahora pienso en los bemoles de sus manos
tan trémulas y silenciosas como su alma
de niño huérfano, de viajero errante.

Claro que quise darle luz de amaneceres,
pero ni las mejores intenciones cambian realidades
más soles y menos lunas, sonrisas y buena estrella.

1 comentario:

Victoria Lantter dijo...
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